Chile y Argentina son dos países hermanos, vecinos que han
tenido muchos roces pero nunca una guerra. Dos pueblos con muchas diferencias
pero cercanos en muchas de sus costumbres y vivencias. Es imaginable que, si
los gobiernos de ambos países se tiene que sentar a dialogar por muchas horas para
tener una buena relación, la pareja entre un chileno y una argentina no iba a
ser un tendal de rosas.
Es así como muchas cuestiones que pueden ser normales para
algunas parejas son “particulares” en la nuestra. Es cierto que la cuestión “límites”
es importante, cada uno tiene su “territorio” y lo defiende a muerte. En fin.
Con un hijo en común la novela se vuelve más divertida. Y ejemplo
de esto fue la simple compra de una piscinita para Sofía: un corto viaje a Viña
del Mar se volvió la generación de un monte de bolsos, bolsas, termo, juguetes,
etc.. acostumbrados a ir con pocas cosas, el primer viaje con Sofía a la playa
se volvió un momento de histeria que casi termina con el cochecito paraguas
volando por la ventana. La discusión comenzó con el interrogante: “para qué
tantas cosas?”, respuesta que llegó mientras hacía los sanguchitos de milanesa
para acompañar el viaje: “todo lo que llevamos lo usa”. Si la temperatura
estaba en 30 grados, esa respuesta la subió a 45º. La nena a todo esto comienza
a gritar por atención. El calor escaló a 50.
Todo listo, nos vamos con cinco bolsos en los brazos que nos
faltaron subir al auto. “Espera, falta la piscinita!” y cuando estoy agarrando
la piscina con la mano izquierda (porque en la otra la tenía a Sofía), la
término se fue a las nubes.
Lo que siguió fue una ópera o comedia italiana de grito,
llanto, risa, y la piscinita volando por el living de una patada. Si Tarantino
lo hubiera filmado creo que hoy sería parte de Tiempos Violentos. Por suerte,
el temblor fue corto, Sofía casi no se dio cuenta, pero nuestros nervios sí.
En un abrazo, al mejor estilo San Martín - Bernardo
O'Higgins, sellamos la paz y pusimos como estandarte a la piscinita que nos
acompañaría en el primer viaje de Sofía a la playa.
Sólo quiero agregar que llevar la piscinita al borde de la
piscina de los adultos tampoco fue fácil (traer y llevar cuatro veces un termo
de agua caliente y agua fría) y también trajo cierta tensión, pero no saben lo
bien que la paso Sofía. Así que todo el estrés valió la pena…
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