miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Embarazada o terrorista en potencia?

Ok, nunca fui de las personas más tranquilas del mundo. Siempre me identifiqué más con la Evita enojona (aunque yo sea más piquetera que otra cosa) que con la Reina Blanca de Alicia en el País de las Maravillas. Pero nunca pensé que el delirio hormonal generado por el proceso reproductor hicieran de mi una verdadera barra brava. Entiendo que el hecho de vivir en una sociedad más tranquila (o al menos callada) como la chilena en comparación con la Argentina hicieron que mis instintos de ira se potenciaran. Entiendo también que cuando uno va por la vida como un globo aerostático, cualquier tipo de injusticia  te pone más sensible...pero yo realmente a veces me quiero ir a las manos con la gente. Qué es "irse a las manos"?pelearse, romperle algo por la cabeza, tirar piedras...en fin, cualquier acto que haga que el sujeto receptor y productor de mi ira se vea afectado por todo mi accionar. Sí, me volví una verdadera jodida,,,
Es que cuando uno ve a un boludo o boluda sentada en el asiento donde dice (grande como una casa) "preferencial" y vos vas tratando de que tu panza no sea tocada por ninguno de cien pasajeros que te rodean en hora pico en el subte...te agarra un gran dolor de panza...la presión empieza a subir, tus ojos se enfocan de tal manera que al desubicado de turno no lo perdes de vista ni por un segundo y, hasta les podría decir, uno intenta que la cabeza le explote al mejor estilo la película Scanner (me saltó la ochentera...).

Obviamente, lo mismo pasa con las cajas en los supermercados para embarazadas o personas con algunas discapacidad. Pero creo que a veces, más allá de que existe la injusticia en sí, yo voy buscando hacer lío con la mejor pose de Papá Noel (o viejo Pascuero, como dicen en Chile): con las manos en la cintura, haciendo equilibrio en dos pies (sí, lo aclaro porque tengo dos macetas) y sacando panza.
El último momento intenso de mi vida embarazosa fue cuando el portero del edificio de mis suegros fue sorprendido por mi novio y por mi pegándole a un chico de 12 años. Y esto a cinco escalones de distancia con la escena del hecho, las cuales subí de forma instantánea impulsada por la bronca del acto.
Cuento corto: además de putearlo, de amenazarlo con llamar a la Policía, casi me voy encima del hombre sesentón que con un alto grado de caradurísmo me decía que "estaba enfermo y que el chico lo había puteado". Tal habrá sido el colorado de mi cara que mi novio me tuvo que subir a los tumbos al ascensor para que culminara la escena.
Claro que se llamó a las autoridades y demás pero la bronca no se me pasó hasta...bueno, todavía sigue un poco. Por eso, gente sin panza OJO con meterse con una embarazada...esos seres, que les hacen recordar a las muñequitas glotonas de las películas con las mejillas coloradas, pueden estar deseándole el castigo más doloroso, si se le llega a ocurrir hacerse el boludo en el asiento preferencial...ok?

jueves, 16 de febrero de 2012

Encuentros cercanos del quinto tipo….


Si hay momentos raros que haya vivido, este embarazo me está dando vuelta la cabeza. Si la canción de Serrat describe a una loquilla que se mira al espejo y se palpa el perfil, yo tendría que hacer otra en la que la protagonista (o una de ellas, en realidad) se la pasa mirando el ombligo, gritando o aplaudiendo por cada vez que se mueve de forma temblorosa. Y las manos…las manos que no paran de acariciar sin cesar la cuestión enormeee que crece día a día, que en algunos momentos tira (porque la piel se está acostumbrando) pero que concentra toda la atención.
Ojo, los miedos siguen, las presiones se presentan pero realmente se minimizan mientras la gran esfera sigue creciendo.
El pobre padre…pobre padre. Entre que se le viene un tsunami de obligaciones, su compañera que antes sólo esperaba salir ahora le vive diciendo que mire, toque, escuche (entre otras cosas) la panza. Y el abnegado chileno cumple su rol, aunque a veces sólo sea mi respiración la que escucha.
Son momentos raros.
Los hombres son testigos. Nosotras protagonistas. Un amigo me dijo “ustedes son las que se llevan todo el peso, las que la pasan mal”. Mierda que salí masoquista! Nunca pensé que los pies como Fiona, no me iban a quitar el sueño frente a estas turbulencias centrales. Y sí, como dice la Negra: “Cambia, todo cambia”.
Porque la Ely de hace un par de meses no le hubiera puesto ni una cuota de positivo a este estado de producción full time. Pero tal vez sí.
El miércoles pasado, luego de estar varios minutos tratando de acomodarme para dormir, me encontré con una verdadera sorpresa. Viendo que cada vez que me apoyaba del lado izquierdo para dormir (todo tiene una explicación) tenía algo que presionaba, no aguanté y puse mi mano en el mismo lugar donde se presentaba “la molestia”. Y esa molestia, eran cinco deditos que de vez en cuando se movían como haciendo fuerza, diciendo “acá estoy yo”. Que loco. Lo único que hice fue contestar con mis tres deditos a esa presión: “Y acá te espero”. En fin, ya volverán las crónicas bizarras de una parturienta, pero mientras tanto…

viernes, 3 de febrero de 2012

Yoga y Yo...(parte 1)

Esta foto no es mía, no soy yo, no moleste! 
El vivir un primer embarazo fuera de tu país, lejos de tu familia y de la gente que te conoce desde pibe, hace que la experiencia sea mucho más íntima (aunque escriba un blog) de lo que es todo el lío hormonal y sensaciones que te pasan. Bueno, eso al menos me pasó a mi.
Y como buena estresada que soy, me metí en los 10 mil portales de información que encontré, en los 8 millones de foros sobre el tema hasta que me quedé con uno solo que parece tenerla más clara y no me habla del “milagro de la vida” ni “que todo es un tránsito maravilloso”. No, yo quería la verdad, la más cruda, lo oscuro de toda esta situación. En fin, por suerte, el proceso me trajo más alegrías que dolores, aunque hay cuestiones a las que no pude escapar.
Una de ellas es el terror al PARTO (cuco, malo, miedo aaahhhh). Entonces, lo que todos dicen es que, lo mejor, lo único, lo guauuu es el yoga para embarazadas…y allí fui, al encuentro de un mundo con mujeres panzonas, con caras de haber fumado el mejor porro del mundo pero que sólo toman leche y todo aporte de calcio que encuentren.
Y así fue, yo también adquirí esa cara de nomeimportanada con los peligros que eso conlleva. Cuáles peligro? Sólo contaré UNO que fue el que viví en carne propia. Luego de haber hecho 20 movimientos, con respiraciones sentidas, intentando sacar la fuerza del entrecejo (todavía no entiendo qué quiere decir con eso), mientras Sofía se movía a sus anchas pateando y pateando en sintonía, los diez minutos de relajación fueron mortales. Cuando la profesora (o Hari) nos dijo de ponernos en posición fetal, con almohadón entre las piernas y almohadita en la cabeza, el sueño me invadió y no sé qué pasó. Bueno, sí, me quedé frita, dormida, ultra roncosa.
El glamour de la yogui natal paso a ser una morsa tirada en el suelo, babeando (y no sé qué más pasó, ok?), desencajada con la boca abierta. La paz de Hari se vio un poco “interrumpida” cuando empezó a gritar “buenooo, nos levantamos…nos levantamos!!!”. Si era argentina, le ponías “levantate che” y listo. Y así fue como me fui con los pelos parados, la panza divagando para todos los costados, un costado de la remera mojada (babita, che) y cara de “nomeimportanada”.
Y esto recién comienza…

jueves, 2 de febrero de 2012

Esperando a Sofi o las andanzas de un proyecto de madre

Si alguien me hubiera preguntado si me imaginaba con panza de embarazada, hubiera respondido instantáneamente que no. Aunque sí me imaginé mil veces con Sofía, pero nunca con el proceso.
Ese mismo proceso que me parecía tan terrible, injusto y deteriorante de cualquier mujer con dos dedos de frente. Claro, tantos años de seguir con esta religión hicieron que me convirtiera en la mujer más ignorante en el mundo de las embarazadas. Mundo al que me notificaron mi ingreso cuando Sofi ya tenía casi cuatro meses en la panza, compartiendo mi estrés, mis "actividades sociales", entre otros.
En fin, creo que lo mejor de vivir este tipo de situaciones es aprender algo, un hijo no se tiene todos los días y muchos menos se hace en tantas oportunidades. Aquí mis miedos, mis tonteras, en fin,,,a la espera de Sofía.